El déficit auditivo incide directamente en la calidad de vida y en el bienestar de las personas mayores, algo que hace que incremente su dependencia al reducirse las habilidades que desarrolla en su día a día.

Este tipo de pérdidas, si no se tratan y se pone remedio siempre y cuando el audífono lo corrija, puede producir también ciertas afectaciones a nivel psicológico y social. En algunos casos se ha observado aislamiento, falta de comunicación, soledad, etc.

Como ya hemos comentado en otras entradas, un 25% de las personas entre 65 y 75 años tiene pérdidas de audición. Y en el caso de los mayores de 75 ese porcentaje se duplica, siendo la mitad de las personas mayores las que han perdido audición.

Vamos a ver de qué manera puede afectar la pérdida de audición a este colectivo de la tercera edad, a través de distintas variables.

A nivel cognitivo el deterioro de la audición también puede suponer un cierto deterioro de deterioro cerebral. Hay estudios que avalan esta teoría, con pérdidas de memoria, falta de atención y problemas de pensamiento, etc. La actividad de nuestro cerebro se ve disminuida cuando se reduce la capacidad de audición.

A nivel emocional los déficits auditivos pueden hacer que los mayores sean más rígidos en sus pensamientos y se agudicen más los rasgos de personalidad, haciendo que sean más vehementes u obstinados. En otros casos, existe un sentimiento de culpa que pueden convertir a las personas en más introvertidas o desconfiadas y las cuesta expresar más sus emociones.

La prevención es importante no sólo cuando se es pequeño sino también a estas edades. Una detección precoz del problema de pérdida de audición y la solución mediante audífonos que corrijan el problema va a servir para evitar que los síntomas cognitivos y emocionales se presenten antes de tiempo. También el apoyo familiar y social resulta decisivo a la hora de mejorar la funcionalidad de las emociones y promover la autonomía de los mayores.