Uno de los problemas más habituales durante el verano, especialmente en los niños, son las horas que nos pasamos en el agua. Ya sea en la piscina, en el mar, en un río o en un lago el hecho de refrescarse con un baño largo puede poner en peligro la salud auditiva si las aguas en las que nos bañamos están contaminadas.

Hemos comenzado haciendo especial hincapié en los niños, y es que este colectivo es más sensible a las otitis que la población adulta. También los nadadores, submarinistas y personas que pasan un tiempo mayor que el resto de las personas en el agua tienen un mayor riesgo.

El motivo de las otitis de verano por el agua es porque en algunas piscinas los hongos y bacterias hacen acto de presencia por dos elementos fundamentales: el calor y el agua ayudan a que surjan estos dos enemigos de la salud.

Cuando el agua no se elimina del todo y se queda en el oído puede provocar una inflamación en el conducto auditivo externo. Esto es lo que se conoce como otitis del nadador. Hay que incidir en que si ese agua contiene hongo o bacteria es cuando se produce este problema. A veces se queda algo de agua en el oído y tardamos algunas horas en eliminarlo pero si el agua está 'sana' no debería haber problema en el oído.

Las otitis dan la sensación de tener el oído taponado, además del reconocido dolor que le acompaña. La mejor manera de prevenirla es evitar los baños de mucho tiempo en la piscina o lugar de baño, utilizar tapones de silicona para los oídos y, sobre todo, si eres de los que tiene problemas auditivos, con mucha más razón ese uso de tapones.

Aunque el verano es propenso a otros problemas característicos como las conjuntivitis por cloro, la cistitis por el agua fría y un exceso de humedad en el bañador en niños o los golpes de calor son otros añadidos.