Hemos estado posteando toda la semana en nuestras redes sociales sobre algunas de las enfermedades o problemas auditivos que tienen o pueden tener un origen genético. En este post pretendemos resumir de forma breve y concisa algunas de ellas y tratar de explicar su origen.

Y es que la herencia genética es una parte fundamental e importantísima para la salud, también para la salud auditiva. No todos los problemas que ocurren relacionados con la audición son genéticos, ni todos los que tienen un origen genético lo son al 100%.

La pérdida auditiva la diagnostica el especialista y hasta hace poco tiempo sólo mediante una audiometría eran capaces de conocer la causa de dicha pérdida. Con la evolución en ciencia y tecnología, actualmente se puede con un análisis de sangre detectar o predecir si una persona va a desarrollar la hipoacusia. Este análisis genético tiene la finalidad de descubrir si la pérdida de audición tiene un origen hereditario.

Un ejemplo de ella es la otosclerosis, que no es más que un crecimiento anormal de un hueso del oído denominado estribo. Este crecimiento anormal genera una pérdida de audición, como consecuencia de una notable dificultad de transmisión de ondas sonoras. Con una cirugía puede solucionarse pero también el uso del audífono es otra de las soluciones a este problema.

La hipoacusia, que es la falta de audición puede ser hereditaria cuando se establece desde el nacimiento del ser humano. Puede ser de dos tipos: conductiva y neurosensorial y tienden a aparecer con la edad pero también desde el propio nacimiento. Hay dos tipos de hipoacusia hereditaria:

- Sindrómica, cuando la pérdida se produce por una malformación del oído externo u otros órganos.

- No sindrómica, que es cuando las malformaciones pueden producirse en el oído interno o medio. Suele ser de las dos la más frecuente.

Finalmente, terminamos con un dato: casi ocho de cada diez casos que se diagnostican de hipoacusia tienen origen genético.

El último ejemplo de problema de oído que puede tener carga hereditaria es el síndrome de Usher. Afecta tanto a la audición como a la visión y es poco común. Se nace con pérdida de audición pero la vista se va perdiendo de forma progresiva. Es imprescindible un diagnóstico temprano de esta enfermedad.