Los traumatismos son golpes, y los golpes que nos damos en la cabeza pueden afectar a nuestra audición según la virulencia del mismo y el lugar del impacto. Tras un golpe más o menos fuerte se pueden presentar problemas como vértigo, sordera e hipoacusia.

Nos puede ocurrir en distintos aspectos de la vida como cuando hacemos deporte o bien cuando tenemos un accidente de tráfico ya sea en coche o en moto. El hueso que acoge parte del conducto auditivo es el hueso temporal. Si un traumatismo implica que éste se rompa, pueden verse afectados el tímpano, los huesos del oído, la cóclea o el aparato vestibular que es el encargado del equilibrio en el oído interno.

Un golpe en el oído afectan al interior por la presión que se transmite. Por ello es habitual que un traumatismo fuerte en esa zona lleve aparejada la rotura de la membrana timpánica, además de alguna afectación en los huesecillos que pueden llegar a romperse porque son pequeños y de extrema fragilidad.

Los acúfenos, secreciones o los vértigos son sólo algunos de los problemas que, además del dolor, manifiestan los daños que se producen en el oído.

¿Cuándo se pierde la audición?

Para solucionar los problemas derivados de traumatismos como la rotura de la membrana timpánica no hay más que concederle tiempo y vigilar con especial atención los oídos puesto que la membrana se va cerrando sola con el tiempo. Es conveniente que no entre agua en los oídos. Si en el transcurso de unos meses ésta no se cierra, una pequeña cirugía puede restaurarla.

Cuando se fractura algún huesecillo del oído la cirugía también es una opción, algo que no ocurre cuando se trata de la cóclea puesto que la pérdida auditiva es permanente. Como solución para devolver la audición a estas personas existen los implantes corleares.