El dolor de oídos normalmente lo asociamos a las otitis, a algún barotrauma o por cuestiones de salud más severas. Lo más común es que los resfriados sean los que provoquen estas otitis, pero también la humedad o el exceso de sequedad en el conducto auditivo puedan provocar estos dolores.

Como bien hemos comentado antes, el exceso de ruido o un trauma acústico son otra fuente para que los oídos puedan dolernos. Los barotraumas, esos cambios de presión que se sufren cuando se hace buceo o cuando viajamos en avión, también colabora a que los oídos se taponen pudiendo en ocasiones generar un dolor y malestar importante.

Pero un enemigo para nuestros oídos del que no hemos tratado mucho es el bruxismo. El bruxismo es el rechinar de dientes que algunas personas realizan cuando presionan la mandíbula de forma inconsciente. Normalmente lo provocan situaciones de tensión o estrés ya que los músculos de la boca se contraen apretando la mandíbula y haciendo que los dientes se choquen o rozan entre sí.

Esto provoca un dolor en la musculatura facial que afecta también a otras zonas como el cuello y la espalda. Los dientes, con el paso del tiempo y si el bruxismo persiste, se acaban rompiendo.

Este problema también puede causar dolor de oídos. Esto es porque la articulación de la mandíbula está justo delante de la zona de los oídos y es la encargada de abrir y cerrar la boca. Si el bruxismo afecta a la mandíbula y ésta deja de funcionar correctamente no sólo será incómodo sino que además provocaría dolor de oídos. También nos puede pasar si masticamos chicle de forma excesiva.

Hay que terminar con el bruxismo si queremos que el dolor de oídos desaparezca. Terapias anti-estrés, de relajamiento, relajantes musculares o férulas de descarga son algunos de los tratamientos que pueden ayudar con ello.

Con el paso de los días, si las terapias son efectivas, los dolores de oído, de cabeza y de espalda irán desapareciendo.